Cristina de Pizan presenta su libro a Isabel de Baviera.
Mujeres, escritura
y libros
Recordando legados
femeninos
de los siglos IX a XV
Diana Arauz Mercado
Cuando ahondamos en las primeras obras escritas por
mujeres, inevitablemente, las imaginamos pluma en mano sentadas en un escritorio,
o bien, acompañadas de algún amanuense o escribano, acaso convencidas que sus
obras no trascenderían en el tiempo. Por fortuna, la Historia de las mujeres a
través de sus diversas fuentes directas, nos permiten conocer estos legados. Así,
encontramos en pleno siglo IX el Liber
Manualis de Dhuoda de Septimania, elaborado a manera de guía
pedagógica para Guillermo, hijo de la noble franca, o, las divertidas piezas de
teatro de la canonesa sajona, Hrosvitha
de Gandersheim (935-h.973) en una
Europa medieval que empezaba a encontrar – a pesar del discurso misógino cristiano
medieval – diferentes voces femeninas, más allá de los cerrados muros monacales.
Traspasando dichos muros, la
medicina y concretamente la ginecología, también fue motivo de estudio y
escritura para un importante grupo de damas italianas pertenecientes a la Universidad
de Salerno. Destacó entre ellas Trotula
de Salerno (siglo XI), con un par de tratados: Trotula Mayor y Trotula Menor,
en los cuales somos testigos de cómo las mujeres trasmiten a otras el
conocimiento de su cuerpo con un lenguaje propio.
Si regresamos a la importancia
de los monasterios como centros de actividad intelectual volviendo a ubicar la
atención en Alemania, destacan los escritos de la canonesa Hildegarda de Bingen
(1098-1179): además de un Scivias con
fantásticas iluminaciones, desbordó imaginación lingüística y musical al crear tanto
la lengua ignota como sus cantos gregorianos, destacando igualmente el Libro de las medicinas compuestas, el Libro de los méritos de la vida y el de
las Obras divinas, entre otros Los
escritos de Bingen no quedarían olvidados en el Medievo europeo, pues en el año
2012 fue nombrada Doctora de la Iglesia por Benedicto XVI, hecho que nos ha llevado
a reinterpretar – desde los ámbitos laico y canónico – las magníficas
aportaciones de esta científica, naturalista y dinámica líder monacal.
Finalmente, vale la pena rememorar
a otras tres autoras con variadas temáticas de escritura: Leonor López de Córdoba
(1362-?) y sus Memorias, dictadas por
ella a un escribano de la misma ciudad, en las cuáles nos relata el
encarcelamiento y penurias familiares en la prisión de Atarazanas en Sevilla,
pretendiendo su autora pasar del relato de acontecimientos privados a la
trascendencia del conocimiento público de los mismos, a través de un documento
no testamentario; y sin abandonar la Península Ibérica, sorprende la peculiar
escritura de la judeo conversa Teresa
de Cartagena (siglo XV) con Admiración de las obras de Dios y Arboleda de los enfermos, libros en los
que destaca que su condición de mujer y además, mujer sorda, no era impedimento
para el “acto de componer libros y tratados”, tal y como pensaban sus colegas
varones.
El pensamiento de Cartagena no
quedó convertido en un eco solitario. Cerramos este rápido recorrido de
escritoras medievales con una poetisa, escritora, humanista y filósofa
italo-francesa ampliamente estudiada y releída durante los siglos XX y XXI: Cristina de Pizán (1364-1430). Sus más
de 36 obras redescubiertas, traducidas y publicadas a diversos idiomas, la han
posicionado como la pluma femenina que abrió en su tiempo la llamada “Querella
de las mujeres”, y al día de hoy, la autora que abrió las puertas al feminismo en
Occidente. Una de sus principales aportaciones: La Ciudad de las mujeres, sigue constituyendo una lectura vigente
en cuanto a invitación a pensar en nuestros días espacios abiertos,
incluyentes, propositivos, donde poder discutir o revalorar los derechos y
regulación de relaciones existentes entre mujeres y hombres.
Bibliografía:
Arauz, Diana, “Voces de escritoras y reformadoras en la Europa de los siglos XV yXVI”, Intus Legere, vol. 13, N°1, 2019, pp. 213-243.
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